¡Angeluz!

El candil se apagó, un repentino temblor se apoderó de mi cuerpo. De pronto, alguien habló con un sonido casi ininteligible.

-¿Qué se te ofrece? ¿No deberías estar con los de arriba?- Era una voz con tono amargo, hizo una pausa y volvió a hablar.
- ¿Quién eres?- le interrumpí abruptamente.
- Una leve sonrisa dibujó su rostro y dijo –Yo debería hacer esa pregunta.

Mis músculos se estremecieron, pero debía hacer algo, estaba en el lugar menos ventajoso y cierto era que la distancia avanzada había sido exagerada para mis males.

- Quise estar sola y pensé caminar un poco-buscaba la seguridad en mi voz.
- ¿Cómo te llamas?- Insistió
- Hace mucho frío, ¿podría encender el candil?
- ¿Por qué debería hacerlo?
- Por…hace mucho frío.
- ¿Tienes miedo?- nuevamente esbozó una sonrisa.
- No… hace frío.- Estaba nerviosa, por la voz era un joven, aunque siempre he sido temeraria, sentía miedo y cada historia regresaba.
- Bien- Encendió unas antorchas, era un lugar que yacía inhabitable.
- ¿Cómo te llamas?- Volvió a preguntar.
- So… Sophia- Mi respiración forzosamente aumentaba.
- Hmmm, ¡Qué bello nombre!
- Gracias- sin pensarlo, articulé esa tonta frase, siempre la he detestado.
- Déjame verte. ¡Acércate más!
- Ya debo irme, deben estar buscándome- El miedo invadía cada vez mis tribulaciones.
- Regálame una sonrisa, antes de irte- manifestó seriamente; vi su rostro, y en sus ojos la curiosidad que le producía mis facciones.

Traté de sonreír, pero resultaba inútil, estaba desconcertada ¿qué hacía un joven allí? ¡Tristeza! Eso era lo que veía. Y, entonces, esbozé una sonrisa, quizás la primera en mi vida con el deseo de hacerlo bien.

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jueves, 12 de agosto de 2010

Veţi găsi că nu este o speranţă

“Ella es la que alegra y endulza mi cara”
Pensé en aquellas frases pero cuán cierto es que, hay promesas que terminan siendo despreciadas y manipuladas. A veces pienso que sería mejor el cambio, las horas, los meses y quizás los años acaben con esta ilusión que trastorna mi reposo.
-¿Nos vamos?- mencionó-.
-¡Sí! No tenemos nada que hacer aquí.
-Mónaco es una propuesta interesante… lo pasaremos bien- se alejó-.
-Pentru iubire… facutze mereu.
-Da, sa crezi- respondía desde la puerta-.
Un nuevo viaje se aproximaba, pero... ¿qué importa el lugar si los pensamientos no cambian? Los recuerdos y la sensación de añoranza se entrelazan a la realidad y cuán presta las disímiles razones ahondan finamente pertrechando a los hados.

Capítulo XXVI -

Presurosamente busqué la salida, los pasillos enrevesados estorbaban el apremio de mi huída… tenía miedo, aquel ser me produjo una sensación extraña e instintiva. Era miedo mezclado con una terrible curiosidad ¿me estaría siguiendo? No, lo creo.
- ¿Qué haces allí? Grabă
- Mă uitam în care coridoarele sunt foarte vechi- no había opciones.
(...)
El miedo no se apreciaba tras aquella experiencia, el recuerdo logra inhibir cierta entereza de constancia en el sentir. La confianza, ¡Sí! Ella misma alejó la sensación por la cual, otrora tiempo fue sutil-contemplativa... Como en una oración se bifurca el destino, pensé desde el otro lado de la ribera que había llegado el momento... Una voz interior dictaba y el presente del mar competía con el pasado de una ventana víctima de los cambios del clima:
La madurez abrió paso a lo que sería mi nueva conducta, ella no necesitaba los consejos supersticiosos sino los que serían productivos.
Junto a la ventana, aquella mañana parecía una de las más frías del terrible invierno; pero no tan fría como el pecho que abraza esos versos. La concepción fatalista de la vida no es grata para los que sueñan con las bellas historias. El inusual código, una nueva forma de rechazar las tendencias más llamativas, una nueva forma por la cual se puede obtener algo.
- El día es largo, pero no creo que quieras desperdiciarlo frente a una rutinaria ventana.
- Contemplar el panorama, no siempre emprende el concepto de rutina- acoté ante situación tan repentina

- Contemplar es participar de lo agradable de la naturaleza…interacción, quizás.

- Las cosas son tal por la significación de quien la hace-empezaba a llamar mi atención aquel extraño.

- Oh, curiosa respuesta; pero no la suficiente como para emprender una verdadera contemplación de la majestuosa naturaleza.

- Hay momentos para ser una observadora participante-la figura de aquel joven era todo un espectáculo, si mi conducta hubiera sido como aquellas adolescentes extasiadas por la belleza masculina, entonces hubiera deseado que no terminara aquel repentino dialogo.

- Hummm…exacto. ¿no crees que, sería este un momento para hacerlo?-su mirada era tan profunda e intensa, que tenía la certeza de su objetivo.

- No

- ¡Qué categórica!- sus ojos brillaban

- Debo continuar mi lectura- siempre funcionaba decir eso.

- ¡Qué casualidad, yo también!-resueltamente se sentó frente a mí.

- Recordé algunos pendientes…Es hora de partir, pero si planea una lectura amena y compleja procure acudir a un diccionario... ¡Bella tarde!- recogí apresuradamente mis apuntes y fichas de la mesa, mientras que, sujetaba el libro de Mitología Griega.

La mirada de ese joven me había incomodado. Naturalmente me daba igual cuando veía a agraciados jovencitos cruzar por las pasarelas de indistintos lugares

- ¿Siempre ocupada?...
- Sé lo que hago- respondí-.

- OK, sólo era un comentario.

- ¡Bien!
- Me agrada que los hombres sean más listos que las mujeres- una sonrisa se apreciaba en su rostro-.

- Para hacerlo deberían estudiar más- sentencié-.

- Estaba bromeando. Aunque, me sorprende que realices investigaciones, para una chica de tu edad-sus palabras eran serias y seguras.

- Es muy temprano para emitir juicios, ¿no cree?- otra vez, una amplia sonrisa surgió de aquel extraño joven.

- He estado invirtiendo tiempo en averiguar sobre ti-dijo abiertamente con una plena confianza-.
...
¡Madurez! ¡Bah! Aún no logro separar los límites del tiempo... Pero... ¿por qué pretendí entenderlo?
- Era como si estuviese destinada a ello. Como muchas de las circunstancias a los que estuvimos prestos a entender. No había salida y sólo podíamos representarlo, muy a pesar nuestro... Ahora ya es tarde para el inicio.
...
¡La ribera! Podía pensar en ella, pero debía regresar... la ciudad, las calles estaban abarrotadas de diferentes vehículos, las luces de los postes eran desastrosas por la fusión con la lluvia que descendía sin contemplación ante los apresurados transeúntes.
Tras el vidrio de la ventana del auto, sonreía con esas palabras, era inevitable, los recuerdos.
Por concertadas razones, las palabras de Edward recorrían mi aguda memoria como pinceladas remediadoras de un curioso cuadro renacentista. Cuántas enfrascadas nubes de ilusión y de frenesí en seres que no vaticinan la tormenta y aún con ella suelen las más veces aventurarse y estar a bordo del primer avión; en la sofocante presteza de la contabilidad del recuerdo.

3 comentarios:

  1. hola! recuerdos??hmmm ya veo.. bien.

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  2. heii guapa....lo reactivaste!!

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  3. Recuerdos disfrazados, recuerdos maquillados, recuerdos al final de cuentas.

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